La escritora.

Sus dedos apenas rozaban la pluma, la balanceaban suavemente sobre el terso papel, blanco e inmaculado. Un papel que esperaba con vehemencia, la suave caricia de la tinta.

Oía el rumor constante de los diálogos y la agonía de sangre y traición clamando por escapar. Ella, podía sentir en el pecho todo el peso de la trama, pujando por salir a borbotones para disolverse en palabras. Sí, claro que los oía. Conocía a los personajes y también todos los giros internos de sus historias; eran su creación. Sin embargo, prefería esperar paciente: la risa cómplice, la brisa de otoño o el silencio temprano que indicara, sin dudas, el momento perfecto para el comienzo de otra increíble novela.

Comentarios

  1. El momento en que su musa inspiradora le guie su pluma precioso Marce decile a tu musa que continue asi abrazo de mi parte

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